
El teléfono que nunca duerme: cómo los dispositivos moldean nuestro tiempo y atención
La verdad es que despertamos y lo primero que hacemos no es mirar el cielo ni escuchar los pájaros, sino mirar la pantalla. Ese pequeño dispositivo nos llama desde la mesita de noche, con notificaciones que parpadean, recordatorios y mensajes que parecen urgentes, aunque todavía estamos medio dormidos. Y no se detiene nunca. Nos acompaña al trabajo, al transporte, a la cama… incluso cuando creemos que descansamos.
Vivimos en la era del “siempre disponible”, y lo curioso es que esa disponibilidad nos da poder, pero también nos desgasta. Este ensayo explora cómo la presencia constante del teléfono fragmenta nuestra atención, roba nuestro tiempo y, de manera silenciosa, moldea la forma en que vivimos, pensamos y sentimos.